Paseos y excursiones al aire libre
La costa bretona es un fabuloso patio de recreo para los amantes del senderismo y los paisajes grandiosos. El legendario sendero de aduanas, el GR34, sube y baja en zigzag por la costa, ofreciendo preciosas vistas de acantilados, calas y faros solitarios.
Para una larga caminata o un paseo de una hora con la familia, hay muchas opciones. Las dunas, las playas desiertas y los senderos arbolados invitan a la contemplación, todo ello en un entorno salvaje y virgen.
Actividades acuáticas para grandes y pequeños
Bretaña también puede descubrirse desde el mar. En una bahía protegida, podrá probar fácilmente el remo, el kayak o incluso la vela. Para los amantes de la adrenalina, el surf, la vela de arena y el submarinismo son también muy accesibles en algunas playas.
Muchos centros de deportes acuáticos ofrecen sesiones de media jornada, ideales para probar nuevas sensaciones con total seguridad.
Relajación y farniente
A veces, el mayor lujo es simplemente no hacer nada. En una playa de arena blanca o en una cala resguardada, puedes leer, soñar o dormirte con el sonido de las olas.
Y para relajarse aún más, ¿por qué no optar por una escapada de bienestar en un balneario marino o un centro de talasoterapia? Entre un baño de algas y un masaje con aceite bretón, la relajación es total.
Descubrimientos locales
Cada rincón de Bretaña tiene su alma y sus tradiciones. Los pequeños puertos pesqueros destilan autenticidad, al igual que los mercados donde podrá degustar productos locales frescos. En las callejuelas empedradas de los pueblos, descubrirá talleres artesanos, galerías confidenciales y, por supuesto, excelentes creperías donde deleitarse con un tazón de sidra.
Si tiene suerte, quizá se cruce con alguna fiesta local o fest-noz, esas veladas bretonas en las que la música y el baile calientan el corazón.
